
El pasado 1 de diciembre cerraba el último quiosco de mi alma mater, la Facultad de Comunicación de la Universidad Autónoma de Barcelona. Aunque ese es el nombre oficial del centro ya sin quiosco, todo el mundo la sigue conociendo como Facultad de Periodismo. Así que el titular se hace solo…
Cierra el quiosco de prensa de la facultad de Periodismo
Es cierto que a priori resulta paradójico que los futuros periodistas no lean prensa en papel y muchos han señalado esta contradicción aparente como una metáfora del mal estado de los medios. Por supuesto no han faltado profetas del apocalipsis que han definido la anécdota como un signo de los tiempos y, por supuesto, no han sobrado los resentidos que afirman que la juventud no tiene futuro porque preferimos comprar un paquete de Donettes a un periódico en papel.
En clase siempre nos decían que teníamos la suerte de estudiar en una de las mejores facultades de España, con notas de corte bastante exigentes, así que me atrevería a decir que los alumnos de la UAB no son tontos. Es más, si están mandando a paseo un formato caduco es que deben ser bastante listos.
¿La prensa en papel está muerta?
No seremos nosotros los que profeticemos la muerte del periódico impreso, pero hay que asumir que el papel es muy caro y que tiene muchos inconvenientes. Puede parecer que un euro con veinte por la edición en papel del ABC no es mucho, pero sí lo es cuando en eldiario.es es posible informarse gratis, con mayor independencia y de forma actualizada. ¿Qué periodista no cambiaría su crónica a la luz de los hechos recientes? En online rectificar es de sabios, porque es sencillo, pero en papel es de necios, porque es prácticamente imposible. ¿Qué periodista no preferiría rendir cuentas a nadie más que a sus lectores? En online eso aún es realista pero todos los medios en papel son propiedad de grupos privados que a veces nada tienen que ver con la comunicación.
La infraestructura necesaria para producir los periódicos a diario y la red logística necesaria para distribuirlos implican costes muy elevados que han generado un endeudamiento tal que solo se puede resolver con capital externo.
Además, el papel tiene otros inconvenientes: es incómodo de narices y ensucia las manos. Podemos ponernos todo lo románticos que queramos, pero con la mejora de la resolución de las pantallas, la omnipresencia de los diseños web responsive, con la ubicuidad del 4G y con herramientas como Pocket, puede que el papel siga vivo, pero en términos de marketing es un mal producto lo mires como lo mires.
Y no solo es una opinión nuestra. Es que según su propietario, el Kioskiero de la UAB (qué buen naming, pena que se pierda) ha cerrado porque la universidad le impedía vender papelería y productos alimentarios que le habrían cuadrado la caja. Él ya daba por hecho que las ventas de prensa en papel no van a remontar.
¿Por qué no desaparece entonces, la prensa en papel?
La información como bien es inmaterial. El papel solo es un medio que, a juzgar por su bajada en ventas tiene una continuidad complicada y sin embargo, sigue estando presente en los kioskos cada mañana. Estas son las razones que podrían explicar su supervivencia contra pronóstico.
- Es un un producto premium: en una ocasión, en una charla de Lluís Bassets, director de El País en Cataluña, vaticinó que la prensa en papel se convertiría en un producto semanal mucho más premium. De hecho, hoy en día, los periódicos se venden a sí mismos como un momento de desconexión y tranquilidad. Teniendo en cuenta que el suplemento de El Mundo se llama Papel y que Vilaweb, el decano de la prensa online catalana ofrece un producto premium a sus suscriptores llamado Paper, esta vía parece obvia.
- Ya no cubre la actualidad. Leeremos grandes cosas, atemporales, pero no información caduca. Leeremos sobre asuntos que serán tan serios que merecen el privilegio de nuestra atención lejos de pantallas, o descubriremos grandes historias que nos permitan seguirlas sin desenfoques. Cosas que luego querremos conservar. De hecho, no son pocos los libros en papel que tenemos en la agencia y el hecho de que el premio Nobel de Literatura de hace dos años lo recibiera una periodista como Svetlana Aleksiévich también apunta por ahí. Otros embajadores de esta tendencia son revistas de edición cuidadísima como Líbero, El Món d’Ahir o Mongolia, que con la excusa de la astracanada satírica nos trae una delicia gráfica en cada número.
- Es una inversión para generar opinión. Puede que haya personas a las que les interese seguir contando con la prensa en papel, aunque sea deficitaria y no hablamos precisamente de sus lectores. Lo desarrollamos a continuación.
El auténtico precio del papel
Es curioso porque el modelo de negocio de la prensa, el de suscripción, goza de una salud tan férrea que se expande a otros sectores. Pero lo que falla es uno de los productos que lo usa.
Y sin embargo, contra viento y marea, a pesar de cierres y huelgas constantes, hay empresas dispuestas a estar en números rojos solo por seguir publicando. No es un ejercicio de romanticismo. ¿Entonces, qué es?
Veamos. Mientras que en Internet solemos tener claro aquello de “si no pagas, el producto eres tú”, en el mundo físico nos olvidamos de este axioma. Y es que, si un periódico debería costarnos 5 € y nos cuesta 1,50 €, ¿qué contrapartida tiene nuestro ahorro? Quizá, si se trata de consumir información a buen precio y pagar la diferencia, la abonas leyendo lo que algunos quieren que leas (muy poca gente, en muy pocos consejos de inversión y no precisamente favorables a la libre competencia).
Como hemos visto antes, el coste de tener un artículo online es relativamente bajo fuera de los costes humanos de producirlo. Así, puede llegarse a pagar mediante suscripciones como las de eldiario.es o elespanol.com, pero no así en el papel. Si va sobre celulosa, la independencia informativa ni está ni se la espera. Por eso, cada palabra que se imprima debe remar a favor de los intereses de los nuevos propietarios de la prensa (empresas no editoras todas ellas). Gente que está dispuesta a perder dinero, pero no a perder batallas.
Te dicen que te dan opiniones plurales pero luego solo lees opiniones hegemónicas que además, obvian o menosprecian las minorizadas. A un paquete de galletas le exigimos más verdad que a nuestros periódicos. Y por eso, cuando yo estudiaba siempre que me escapaba al Kioskiero compraba un paquete de Chips Ahoy y nunca periódicos.